
Gennet nació en Etiopía hace 25 años. Nunca ha visto ni oído. Llegó a España con siete años desprovista de sistema de comunicación alguno. Gracias al trabajo incansable de los profesionales de la ONCE y de su familia consiguió aprender a comunicarse. Y no sólo eso. Está en la universidad y este año obtendrá el título de Magisterio, en la especialidad de Educación Especial. Un hito para un colectivo de personas que representa a 15 de cada 100.000 habitantes en el planeta, aunque sólo ocho países europeos, entre ellos España, reconozcan la sordoceguera como una discapacidad específica. Aquí, cerca de 6.000 personas viven si ver, ni oír.
Desde que Gennet Corcuera llegara hace dieciocho años a España desde Etiopía, su país natal, ha llovido mucho. En estos años ha pasado de carecer de un sistema de comunicación a conseguir entrar por méritos propios en la universidad. Un camino plagado de espinas que, con ayuda de los profesionales de la ONCE, de su familia adoptiva y, cómo no, de su esfuerzo, tesón y talento, ha conseguido ir bandeando.
Tal y como explica Pilar Gómez Viñas, coordinadora de la Unidad Técnica de Sordoceguera de la ONCE, el caso de Gennet no es nada común porque las personas que están privadas de la vista y el oído al nacer o desde muy pequeños raramente son capaces de acceder a estudios superiores. Según nos cuenta, Gennet lo ha conseguido y este año finaliza Magisterio, porque tiene muy buena madera y ha sido capaz de generarse su propia estrategia de control de las situaciones.
La historia de Gennet podría servir para un guión de película. Nació sordociega en Addis Abbeba, capital de Etiopía, un país de esos a los que se le pone la coletilla de en vías de desarrollo, aun cuando para ello le queda mucho por recorrer. El porqué de su discapacidad no se sabe, aunque sí que hasta los siete años permaneció en un orfanato de monjas y que, en el año 1989, fue adoptada por Carmen, una española que puso todo su ahínco en que la pequeña fuera capaz de tener las oportunidades de las que en aquel lugar carecía.
Cuando llegó al colegio de la ONCE en Madrid, que fue el que se hizo cargo de su primera escolarización, no conocía la lengua de signos, tampoco el sistema dactilológico ni ningún otro sistema de comunicación. Con el apoyo de los profesores y educadores del colegio y también con el de su madre fue poco a poco aprendiendo hasta hoy que, con la ayuda de una mediadora, puede entender todas y cada una de las palabras que pronuncian sus interlocutores y también que estos la entiendan. Gómez Viñas asegura que el problema que tienen las personas sordociegas totales es que tienen gran dificultad para captar el concepto de totalidad y que para aquellas que han nacido sordociegas es, además, complicado comprender que cada cosa tiene un nombre. El día que Gennet lo consiguió se